Marcas de la Iglesia II - Ordenanzas
- Iglesia cristiana Dios de Gracia
- 2 sept 2024
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Actualizado: 5 nov 2024

Anteriormente se habló de como los reformadores consideraban que había tres marcas que debían de distinguir a cualquier iglesia protestante. La primera de ellas y de la cual parten las demás es la predicación de la Palabra de Dios. La segunda marca es la administración de las ordenanzas y la tercera ejercer disciplina en la iglesia. En esta ocasión estaremos viendo la segunda.
Como iglesia nos referimos a eso como “Ordenanzas” - Aquello que nuestro Señor Jesús nos ordenó que hiciéramos constantemente a la espera de Su segunda venida. Algunas iglesias se refieren a las ordenanzas como sacramentos. Ahora por nuestro contexto mexicano y católico, las iglesias evangélicas tratan de no usar ese mismo término.
Para el católico romano los 7 sacramento son necesarios para alcanzar la salvación. Nosotros como evangélicos y protestantes creemos que no son necesarios para la salvación. Sin embargo, si son ordenados por nuestro Señor y por ende han de ser cumplidos. Estos confirman al creyente en su fe, afirman su compromiso con el Señor, impulsan al creyente, infunden gracia al incluirlos dentro del pacto de Dios y apoyan al creyente por medio de Sus promesas. Para nosotros solo hay dos ordenanzas: El Bautismo y la Cena del Señor.
Bautismo

Pase a la Familia | Hechos 2:36-41
El bautismo es la respuesta de aquella persona que ha creído en Jesús como su Señor y salvador al arrepentirse de sus pecados. De esa forma es ahora recibido dentro de la comunidad de fe como uno más e igual como si hubiera estado desde el principio.
A fin de cuentas, partimos del pasaje de Mateo 28 donde Jesús antes de ascender manda a los discípulos a ir a todo el mundo a hacer más discípulos. Entonces deberán bautizarlos e instruirlos en el camino. Ahí está el mandato. Por lo tanto, algo preliminar a notar sobre el bautismo es que este implica conversiones o evangelismo. Es decir que para tener bautizos hay que tener nuevos creyentes. Son aquellos los que han creído en Jesús los que son bautizados. Para eso observemos el pasaje de Hechos 2:36-41.
Pedro acaba de predicar lleno del Espíritu sobre Jesús. De hecho, así termina en el v. 36. Este Jesús que crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Tal fue el impacto de esta predicación que el v. 37 nos menciona que todos se sintieron profundamente conmovidos y preguntaron: ¿Qué debemos de hacer? Las verdades que Pedro predicó resonaron en sus corazones de tal forma que provocaron algo en ellos.
Entonces vemos la respuesta de Pedro. El v. 38 nos menciona que él les dice que deben de arrepentirse y bautizarse cada uno en el nombre de Jesús para recibir perdón de sus pecados. Él les está diciendo en otras palabras: “Reconozcan su error y cámbiense al bando de Jesús. Jesús no era el enemigo que pensaban, Él es el salvador. Arrepiéntanse de su pecado. Bautícense en señal de que Jesús es su Señor y Mesías.” Después en el v. 41 menciona como “los que recibieron su mensaje fueron bautizados y se unieron a la iglesia.”
¿Qué podemos ver en este primer servicio de bautizos? El bautizarse es una respuesta de aquella persona que ha creído en Jesús. Después de haber hecho su confesión interna y tal vez externa o pública, aquello que Dios demanda como señal para los demás y especialmente para uno mismo es bautizarse. Si hemos creído en Jesús entonces nos bautizamos. El bautismo era una manera externa de mostrar que Jesús es señor y salvador de su corazón, que el evangelio ha llegado a su vida y que Jesús ahora es su bello redentor. Por lo tanto, no es un requisito bautizarse, sino que es la respuesta natural. “Yo quiero ser parte. Quiero estar dentro.”
Asimismo, el v. 41 nos menciona que al bautizarse estas personas eran recibidas dentro de la comunidad de fe. De modo que el bautismo era esa iniciación por medio de la cual ellos eran ahora bienvenidos espiritualmente en la familia de Dios y físicamente al cuerpo de Cristo que es Su Iglesia. Este es el pase de entrada. Sin embargo, al momento que entran, es como si siempre hubieran estado ahí. Por más que lleven mucho o poco tiempo, sean jóvenes o adultos, ellos son tratados como hijos de Dios desde el primer día. Por más que haya fallas, errores y pecados, su estatus delante de Dios no cambia y menos entre la Iglesia.
Camino hacia una Nueva Vida | Romanos 6:1-5
El bautismo señala nuestra muerte con Cristo y como nos levantamos hacia una nueva vida: nuestro pasado queda atrás porque ha sido sepultado por la sangre de Cristo que perdona nuestros pecados, y resucitamos a una nueva vida por el poder de Dios y ahora debemos vivir en ella.
¿Qué señala este bautizo? Para eso podemos ver rápidamente Romanos 6:1-5. El bautismo simboliza y señala el camino hacia una nueva vida. Ahí se nos dice primero que nada que no podemos persistir en el pecado como creyentes. La razón que da el apóstol Pablo recae en lo que sucede realmente simbolizado en el bautismo. Probablemente usted no se dio cuenta cuando subió de las aguas y aun tal vez no se percató de la dimensión de la obra en su corazón cuando confesó a Jesús.
Pero Pablo nos dice que dentro de lo interno de nuestra fe y lo externo de nuestro bautismo presenciamos como espiritualmente hemos sido sepultados con Cristo en su muerte. Nuestro pecado ha muerto ya que hemos sido declarados perdonados. Nuestro pasado ha sido echado al mar. Nuestras cadenas de pecado fueron rotas. Y juntamente con su muerte hemos resucitado hacia una nueva vida. Una vida en la que somos declarados justos. Somos hechos nuevas creaturas y con un nuevo propósito y significado. Somos esclavos de la justicia.
De modo que al ser bautizados no es que experimentemos todo eso y no antes. Mas bien en ese momento somos afianzados en cuanto a la seguridad de ello. Las promesas de Dios se ven (de eso tratan las ordenanzas) reales en mi vida cuando bajo al agua y subo de nuevo.
Puntos de Diferencia
Ahora antes de pasar a la Cena del Señor quisiera solo mencionar dos puntos de diferencia que hay aun entre cristianos y cuál es nuestra postura como iglesia.
Una de las grandes diferencias se encuentra en el bautismo de infantes. No es el lugar para hablar de ello extensamente. Sin embargo, si para mencionar que es lo que creemos como iglesia Dios de Gracia. Creemos firmemente que la Biblia respalda y apoya más la postura del bautismo de aquellos que han creído. Quiero hacer énfasis en la palabra más porque no es algo tan sencillo como parece. Nosotros aquí en México asociamos el bautismo de niños con los católicos romanos, pero esa práctica no se limita a ellos. Los presbiterianos, los anglicanos, los reformados, los luteranos, y aun ciertos metodistas lo hacen. Por lo tanto, no es una locura. Sin embargo, creemos como iglesia que no es lo más correcto según la Biblia ni lo más adecuado por la cultura en la que vivimos.
El segundo punto de diferencia es sobre cómo debe de bautizarse a alguien. Nuevamente tal vez para nosotros no hay tanto problema. Cuando lo hacemos, lo hacemos en una alberca y el pastor sumerge a la otra persona. Sin embargo, no es la práctica de todas las iglesias. Algunos lo hacen por aspersión o por infusión. Se puede derramar agua sobre la cabeza de la persona o simplemente unas cuantas gotas. Personalmente no creo que haya ningún problema con algunas de estas formas. Sin embargo, también creo que visiblemente y solo visiblemente es mejor hacerlo por inmersión. Pero no creo que debamos de ser demasiado dogmáticos con esto.
En esto puede ver nuestras raíces bautistas aun cuando no nos identifiquemos completamente como bautistas más si con la Confesión Bautista de 1689.
Cena del Señor

1 Corintios 11:17-34
Vida Eterna y Nuevo Pacto: Promesas Memorables v. 17-26
El Señor instituyó la cena para recordarlo y proclamar su muerte. En esta ordenanza se toma el pan que simboliza su cuerpo y la sangre que simboliza el nuevo pacto. El pan nos recuerda que Jesús se entregó por completo y como es la fuente de vida. La copa nos recuerda que todo fue cumplido en Jesús. Lo viejo ha pasado y entra lo nuevo. Sus promesas son selladas en nuestro corazón: su gran amor, su redención, nuestra unión y la Iglesia.
Dios a lo largo de toda la Biblia ha querido que Su pueblo nunca se olvide de quien es Él para ellos y los bondadoso que es. El pecado del cual casi siempre eran culpables era de olvidar a Dios y lo que había hecho por ellos. Para eso Dios instituyo ciertas prácticas que los ayudaran visible y físicamente. Por esa razón es que vemos que cuando van a ser liberados de Egipto ellos celebran la pascua.
Justo es lo que están celebrando Jesús y sus discípulos en la Última Cena en Lucas 22:14-20. Jesús está con ellos justo antes de ir camino a la cruz. Ellos están pasando este tiempo intimo con Él. Él dice que desea mucho comer esta pascua con ellos. Ya no lo iba a hacer hasta venir en Su reino. Entonces sucede algo.
Jesús le da un significado diferente y pleno a la pascua. Aquello a lo que apuntaba ahora era una realidad ante ellos. Ya no debían de recordar meramente la liberación de Egipto y la esperanza del Redentor. Ahora ellos veían al Redentor frente a ellos. Jesús tomó el plan y lo repartió; les dio la copa y tomaron de ella. Esta ordenanza fue pasada y establecida entre las iglesias, de modo que después Pablo escribe sobre ella en su primera carta a los Corintios. Es ahí donde quisiera detenerme un poco más.
En este relato Pablo vuelve a las palabras de Jesús. Jesús toma el pan sin levadura que se usaba y les dice que este es su cuerpo. No de manera literal sino simbólica y espiritual. A diferencia de los católicos romanos nosotros no creemos que se convierta en el cuerpo y sangre de Cristo. Jesús entonces menciona como este pan que es su cuerpo es entregado por ellos. Jesús dio su vida en la cruz por nosotros. Esa misma vida es la que aviva a nuestro ser. Así como el pan es una comida para el cuerpo, así Él es aquello que sacia y llena nuestra alma. La vida se encuentra en Él, en su vida. Eso es lo que simboliza el pan cuando lo comemos.
Después se dice que toma la copa. La copa es el nuevo pacto en su sangre. Esta copa de vino debía de recordarles la sangre que era derramada por ellos. A diferencia de la sangre de los becerros que cubría superficial y temporalmente sus pecados, ahora la sangre de Cristo los cubría y perdonaba por completo. De modo que ya no era necesario otro sacrificio. Este era el sacrificio por excelencia - Justicia y perdón para los que creyeran.
Por eso se habla del nuevo pacto. El nuevo pacto es aquel en el que Dios se da a sí mismo como solución a nuestro pecado en Jesús. Él es el sacerdote y el sacrificio. Él es el mediador y el camino. Esto se nos es dado por gracia. Por eso al tomar del pan y del vino somos llenos y nuestra fe se fortalece. Las promesas de Dios son selladas. Recordamos y nuestra consciencia se asegura que Dios nos ha dado a Jesús y ahora disfrutamos de Él y todo lo que nos ha dado. Él ya nos desechará como a los israelitas infieles. Él nos acepta en Su Hijo. Él nos recibe con brazos abiertos para nunca soltarnos.
Esa es la razón por la cual la cena es un memorial, recordamos lo que Jesús hizo. Pero también es una celebración, celebramos lo que Jesús es para nosotros. Además, es una proclamación victoriosa, proclamamos que nuestro Rey reina sobre todo aun muriendo, y sobre todo que volverá por nosotros. Y aun también es una comida espiritual que vuelve reanima nuestra espiritualidad y compromiso con el Señor. Por eso la Cena del Señor es un momento especial, intimo, esperanzador, reconfortante y retador. No creo que sea un simple recordatorio. Es también un bálsamo para el camino y un oasis en el desierto.
Invitación Exclusiva y Solemne v. 27-34
La Cena del Señor no es para cualquiera, solo para aquellos que pueden discernir el cuerpo de Cristo. Solo los creyentes arrepentidos y que busquen la santidad pueden participar. Para Dios es algo solemne y serio y lo debe de ser para nosotros también. Es un privilegio que seamos invitados a Su mesa.
Por último, aquí entran los puntos de diferencia que también vimos al hablar del bautismo. La Cena del Señor era algo sumamente especial y solemne para el cristiano. Por eso era que Pablo les llamó la atención a los corintios. Si no fuera tan importante, Él lo hubiera pasado por alto. Sin embargo, él los amonesta y corrige. Después de las palabras que usamos en la Cena Pablo continua y nos habla sobe cómo debemos de participar y quienes han de participar.
Lo primero es que hay una manera indigna de acercarse. Para ello Pablo los exhorta a examinarse a sí mismos. Esto implica el discernir lo que se está haciendo. Esa es la razón por la que vemos conveniente apartar un momento antes de participar para evaluar nuestra vida. Por eso tratamos de hacerlo después de la predicación. Ya hemos sido sensibilizados. Ya hemos sido confrontados y consolados con la Palabra. Solo falta que lo hagamos personal. Para ello pedimos perdonar por nuestros pecados y pedimos venir ante la mesa sin ninguna mancha o estorbo.
Así usted puede darse cuenta que la seriedad y solemnidad implica que no es para cualquiera. Participar de esta ordenanza no es para los no creyentes. Como pastores mencionamos que esto es para creyentes cuando vamos a celebrarla. Para los no creyentes esto parece extraño y no tiene sentido participar de ella. No hay ningún beneficio, sino que, al contrario, ellos la comen de manera indigna. Junto con ello podríamos decir que los niños al ser incapaces de comprender lo que está sucediendo, lo recomendable es que no participen tampoco. Ahí le damos un poco más de libertad a los padres de decidir si están listos o no.
Por último, el hecho de discernir y comerla dignamente implica que el creyente no se considere perfecto, pero si un santo en progreso. Es decir que reconozca su pecado y busque ser más como Jesús. Aquel que no busca ni reconoce esto también come indignamente la Cena del Señor.
En cuanto a formas no debemos de ser dogmáticos. Algunos la celebran cada semana, otros una vez al mes como nosotros, unos cada 3 meses o más. Algunos lo celebran con pan sin levadura, galletas, pan o algo parecido. Algunos lo hacen con jugo de uva y otros con vino. Como iglesia no creemos que debamos de darle exagerada importancia a los elementos físicos sino la o que representan.
Para Terminar
Una iglesia verdadera y sana administra estas ordenanzas. ¿Por qué? Porque si una iglesia bautiza, significa que están evangelizando y hay nuevos creyentes. Si bautiza significa que está por hacer discípulos. Si bautiza cree que la iglesia debe de seguir creciendo. Porque si la iglesia celebra la cena del Señor, Jesús es el centro de aquella iglesia. La iglesia quiere seguir adelante hasta que el venga. Si celebran es porque disfrutan de ser cristianos. Es porque aman su comunidad. Y todo esto señala que verdaderamente son una iglesia sana. ¿Somos esa clase de iglesia y creyentes? Dios nos permita serlo.
Escrito por Josué Gutiérrez, pastor de Dios de Gracia.
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